Aprende sobre el hambre emocional y no caigas en esta mala práctica.
Somos seres sumamente vulnerables y estamos expuestos a circunstancias en las que nuestros sentimientos y emociones pueden verse afectados, es muy importante estar atentos a nuestro bienestar emocional, tanto como el físico.
El hambre emocional, es sentir la necesidad de comer cuando nuestros sentimientos y emociones están afectados de alguna manera, nos ponemos ansiosos y queremos saciar esa ansiedad a través de la comida.
Debemos aprender a identificar las cosas, circunstancias, momentos… que nos llevan a tener mayor ansiedad que hace que se nos despierte esa hambre emocional. También debemos evaluar nuestro comportamiento y lo que hacemos para “sentirnos satisfechos”.
El hambre emocional, puede aparecer o darse por emociones negativas o positivas, en ambos casos es fundamental aprender a manejar la situación y no caer en el cuadro de ansiedad. En un inicio será complejo diferenciar el hambre física del hambre emocional, para ello, debemos implementar en nuestros buenos hábitos la alimentación consciente, ya que esto nos ayudará a identificar cuando estamos saciados y hemos calmado nuestra hambre física.
Algunas de las causas que nos puede generar hambre emocional, son:
- Manejo de las emociones: Podemos tomar la comida como un refugio para evadir emociones incómodas: ira, miedo, tristeza, ansiedad, soledad, resentimiento, vergüenza. Nos refugiamos en la comida para evadir sentimientos o emociones difíciles que no queremos sentir.
- Estrés: En los afanes de cada día, el caos y el acelere, nuestro cuerpo produce altos niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo cual nos provoca ansiedad por consumir alimentos dulces, salados y fritos, alimentos que producen energía y placer.
- Sentimiento de vacío: Es quizá un de las razones más comunes por las que se presenta el hambre emocional. Por lo general es una emoción que nos genera ansiedad por consumir comestibles altos en calorías.
- Relaciones sociales: Asistir a reuniones familiares, con amigos o eventos sociales, nos puede llevar a disfrutar de una excelente comida. Sin embargo, esto también puede motivarnos a comer de más y excedernos en la comida. Esto puede suceder por nerviosismo o porque simplemente, te incitan a hacerlo.
- Hábitos adquiridos desde nuestra niñez: De manera errada, muchos padres recurren a la comida como premio o castigo para sus hijos y, es así como se adopta un vínculo entre la comida y el manejo de ciertas emociones.
El hambre emocional también tiene solución, para controlarla podemos desarrollar una atención plena o conciencia plena. Canalizar nuestras emociones en una buena práctica que nos traiga consecuencias positivas a nuestra vida.